EL BÚHO, MATAR...PLACER DE LOS DIOSES

Capítulo 4

Murcia, Marzo de 1857
El barco atracó en el Puerto de Lumbreras al amanecer de un lunes frío y lluvioso. Por un breve instante el recuerdo de su padre lo paralizó. Inmediatamente Imanol se avergonzó de sus miedos, miedos de niño, de joven marginado. Su padre ya no existía, había muerto. Nunca más las amenazas, nunca más los insultos, nunca más las humillaciones.
Sobre cubierta y apoyado en la baranda del barco, aspiró los olores pestilentes propios de un puerto y lejos de asquearse, se sintió feliz. Su hogar estaba cerca y su padre ya no residía en él.. Ahora el título le pertenecía : Maqués de Nájera, que bien sonaba.
Fue el primero en bajar del "Great Britain". Un grumete cargó su equipaje, un pequeño baúl, y lo depositó en el techo del carruaje que lo llevaría a su reino. Viajaba sin compañía y eso le agradó, detestaba las converaciones huecas de los viajeros.
Se cubrió con una manta de piel de marta cibelina y hurgó en el bolsillo de su gabán buscando la botella de absenta que le compró al cocinero del barco, un francés rubicundo y dicharachero.
La bebida, de un ligero sabor anisado con un fondo amargo de tintes complejos debido a la contribución de la "artemisa", lo hizo entrar en calor.
Quizás fue el cansancio o el contenido de alcohol extremadamente alto de la absenta lo que lo sumergió en un sueño inquieto y desesperante.
Estaba en Buenos Aires y debía huir. Se vio parado frente a la estantería donde colocaba sus libros preferidos, libros que idolatraba.  Luego de meditar, tomó  uno de tapas de cuero negro. Abrió el ejemplar con reverencia y con suma delicadeza hojeó sus páginas escritas en latín  buscando la pócima que le salvaría la vida.
Depositó el libro sobre la mesa y con el dedo índice fue recorriendo las indicaciones. Sintió el fuego de la ciencia unida a lo sobrenatural corriendo por sus venas.
"El Picatrix", el grimorio que contenía la pócima salvadora, fue el obsequio de uno de sus profesores cuando estudiaba medicina en la Universidad de Montpellier : Michel de Nostradame.
"El Picatrix guarda el secreto de la vida, te guiará cuando te encuentres en una encrucijada", le había dicho en confidencia.
Se paseó por los distintos anaqueles que colgaban de las paredes buscando los ingredientes para realizar la fórmula.
_ Extracto de belladona, tarántula disecada, gusanos, polvo de sapo venenoso y hueso humano triturado. ¡Perfecto! _ aplaudió entusiasmado al comprobar que tenía todo lo necesario.
Mezcló los componentes en un recipiente de cristal.
Sentado a la mesa, fijó su mirada en la pócima. Elevó una plegaria a su amado Jean, el amante que nunca lo decepcionó, y con una gasa embadurnó su rostro con el polvo obtenido.
Cada una de las partículas de la fórmula entró en el riego sanguíneo a través de la epidermis llegando al corazón que en segundos se detuvo. Y luego la oscuridad, una oscuridad densa y agobiante.
De repente se sintió atrapado en un cajón, en una fosa, se ahogaba. Luchó con desesperación, debía escapar de su encierro...
Imanol despertó con brusquedad, a pesar del intenso frío, transpiraba y un fuego penetrante le quemaba el estómago.
_ Huí, pude lograrlo_ se dijo aliviado _ Si vencí a la muerte, ¿quién podrá derrotarme? Resucité de entre los muertos, lo imposible para mí es posible _ La pócima que ingirió al consultar el antiguo Grimorio engañó a sus enemigos. Lo creyeron muerto y, sin embargo, se encontraba en estado catatónico. Muy astuto.
Vomitó una carcajada amarga que hizo temblar sus huesos maltrechos por el contínuo traqueteo del carruaje.
_ Nunca podré olvidar las caras de esos policías estúpidos al verme salir de la tumba. Uno de ellos hasta se meó encima _ Imanol se rió con potencia y volvió a tomar otro trago de la botella de absenta que había caido a un costado del asiento cuando el sueño lo acometió. Por suerte la había tapado con un corcho evitando que se derramara.
Luego de cinco días de tedioso viaje, divisó su palacio y por primera vez, después de mucho tiempo se sintió seguro. El coraje y la fortaleza que siempre lo caracterizaba, volvió a él.
_ Yo, el Marqués de Nájera soy todopoderoso, tengo poder sobre la vida y la muerte.  Jamás volverán a amenazarme _ pensó tajante mientras bajaba del carruaje y se encaminaba con paso rápido hacia el portón de rejas.
_ ¡Ah de la casa!, el Marqués ha llegado _ gritó entusiasmado, la felicidad palpitando en su pecho.
Un sirviente corrió agitado atendiendo el inesperado llamado. Deslizó con presteza la falleba y se inclinó con respeto ante su amo.
_ Bienvenido señor _ atinó a decir.
Imanol pasó delante de él sin prestarle atención. Un único pensamiento ocupaba su mente: encontrar a Talibah.
Las enormes puertas de roble se abrieron como por arte de magia permitiéndole acceder al hogar del que había estado ausente durante tantos años. Recorrió con la vista cada uno de los rincones del gran salón y en todos rememoró el desprecio de su padre, desprecio por un hijo singular.
_ Padre, he regresado y mientras tú ardes en el infierno, yo disfrutaré bacanal tras bacanal _ sentenció enfervorizado.
Se deshizo del gabán, del sombrero de copa y de los guantes de cabretilla. Los arrojó descuidadamente sobre un sillón de exquisito brocado borgoña y ya más cómodo subió las escaleras que daban a los dormitorios.
Una de las doncellas corrió detrás de él con una bandeja. Se quedó paralizada cuando Imanol repentinamente se encaró con ella.
_ ¿Por qué me sigues? _ le ladró clavando su mirada oscura en ella.
_ ¿Un café su Excelencia? _ balbuceó aterrada.
Imanol se acercó a ella. Atravesó el semblante níveo de la muchacha con uno de sus dedos. Ella tembló y él rió como un demente.
_ No la asustes _ la voz autoritaria lo sorprendió. A su espalda estaba la única persona que lo quiso además de su madre, Talibah _ Rosa, vete _ la sirvienta, luego de una breve reverencia, desapareció agradecida y con rapidez.
_ ¡Talibah! _ la actitud de Imanol cambió al instante, una sonrisa franca, despojada de toda ironía, iluninó sus facciones. Con los brazos abiertos caminó hacia la diminuta mujer que lo miraba con afecto. La abrazó con ímpetu haciéndola girar mientras reía como un niño.
_ ¡Basta ya, grandulón!, me estás triturando _ lo regañó mientras ella reía también.
_ Que feliz me hace verte Tali, ni te imaginas cuánto te eché de menos. Estos años fueron muy difíciles..._ el tono siempre prepotente y mordaz de Imanol se volvió apagado, triste...nostálgico.
_ Mi niño, ya lo sé. Ven, vamos a mi salita, allí me contarás; pero antes deja que te prepare un suculento desayuno. Estarás hambriento luego de un viaje tan fatigoso. ¡Uvas! Te prepararé un enorme plato de uvas blancas, dulces y jugosas _ se le ocurrió en ese momento, Talibah sabía que era la fruta preferida de Imanol. Quería mimarlo, agasajarlo. Su niño volvía del infierno, ella lo sabía, las cartas no mentían.
_ ¡Tali, no te has olvidado de mis gustos! Tú siempre me has querido tal cual soy. ¡Tali, mi queridísima Tali! _ dijo emocionado.
_ ¿Cómo olvidar tus preferencas? Tú eres todo para mí, mi niño. Tu madre antes de morir te dejó a mi cuidado, ella confió en mí y nunca la defraudaré. Eras su tesoro y ahora yo te protegeré de todo mal._ declaró con rotundez. Bajo su ala siempre estaría a salvo, nadie le haría daño a su niño preciado. Ella y su magia serían su escudo protector.
Talibah se dirigió a la cocina y el Marqués, al cuarto que se encontraba al final del pasillo. En el sentido contrario se encontraba el dormitorio de su padre, lo mandaría clausurar y ordenaría quemar todas sus pertenencias. No deseaba absolutamente nada que se lo recordara, sabía que eso era imposible, pero al menos lo intentaria.
Al abrir la puerta de la habitación fue como volver el tiempo atrás. Se vio llorando abrazado a Talibah, extrañaba a su madre sin comprender que ya no estaría junto a él jamás.
¿La muerte? ¿Qué significaba? Entonces la imagen de un libro prohibido de la biblioteca de su padre que hojeó a hurtadillas le aclaró sus dudas. Un esqueleto envuelto en una túnica blanca jalaba de la mano de una mujer que sostenía un bebe en sus brazos. La pintura macabra lo hizo gritar de horror. Ese esqueleto horrible se había llevado a su madre que había dado a luz a su hermanita. ¿Dónde se la había llevado?
Talibah lo encontró en la biblioteca llorando y temblando. Su manito pegoteada de caramelo, sobre la pintura de la Edad Media que representaba "El baile de la muerte". Con un movimiento rápido cerró el libro, alzó al pequeño y se lo llevó a su cuarto. Allí lo consoló.
_ Tu madre es un ángel que habita en un vergel donde abundan las flores y el sol nunca se oculta. Ella es feliz y desde allí te guarda de todo mal.
_ ¿Y ese esqueleto horrible? _ preguntó sorbiéndose los mocos.
_ Nada tiene que ver con tu madre, ese esqueleto se lleva a los malos y tu madre era la bondad hecha persona _ Talibah trató de tranquilizarlo.
_ Ah, entonces ese esqueleto se llevará a mi papá _ razonó con el ceño fruncido.
_ Si cariño, ese esqueleto vendrá por tu padre.
Las palabras de Talibah aún resonaban en su memoria cuando la voz cálida de la mujer lo trajo al presente.
_ Imanol, ven, siéntate cerca de la mesa y come. Te veo demacrado. Un buen desayuno te sentará de maravillas. ¡Come, come!
Imanol obedeció. Se sentó en una sillón mullido y suspiró al relajar el cuerpo luego de días viajando incómodo en un carruaje. Talibah se sentó cerca de él en una mecedora. Imanol sonrió.
_ ¿De que te ríes?
_ Cada vez que pensaba en ti, te recordaba sentada en esa mecedora tirando las cartas o leyéndome una historia del Antiguo Egipto.
_ Y otras veces aconsejándote sobre el amor _ estiró su delgado brazo y su mano tersa, surcada por venas azules, acarició la mejilla barbuda de Imanol.
_ Eres la única que me entiende. Nunca te escandalizaste de mi homosexualidad. Siempre me apoyaste _ Imanol dejó de lado el racimo de uvas que disfrutaba y arrodillado frente a Taliba, apoyó su cabeza en el regazo de la mujer.
_ Mi querido, el amor no sabe de sexos, y cuando surge entre dos personas es una bendición que se debe agradecer _ le dijo mientras le acariciaba la cabellera oscura y ensortijada.
_ Talibah, he hecho cosas terribles, cosas de las que te avergonzarías de mí, he...
_ Calla _ lo interrumpió con suavidad _ Nunca me avergonzaré de ti.
_ Soy un monstruo, en América me llaman "El Búho", yo...
_ Shh _ lo calló nuevamente _ Lo sé todo sobre ti, las cartas me lo contaron.
_ ¿Y no te escandalizas? _ la miró extrañado y agradecido a la vez.
_ ¿Quién soy yo para juzgarte mi querido? _  había tanta ternura en su mirada que Imanol sin contenerse comenzó a llorar.
_ ¿Me dejas tirarte las cartas? _ continuó. Talibah se levantó con bastante esfuerzo, el reuma estaba haciendo estragos en su frágil cuerpo.
De un armario extrajo un cofre de plata y de él un maso de cartas. Regresó a la mesa. Retiró la bandeja del desayuno y extendió sobre el mantel de encaje una carpeta de terciopelo negro. Barajó con destreza las cartas y depositó el maso sobre el terciopelo.
_ Corta _ lo animó. Imanol así lo hizo. Talibah unió nuevamente las cartas en un solo maso y las extendió sobre la mesa.
_ Elige una _ al darla vuelta "el arcano" que apareció fue "El Carro" _ No dejes que el caos reine en tu vida. Analiza bien el camino que estas siguiendo en tu vida, porque puede que no sea el correcto. No te engañes a ti mismo, aunque sea difícil y así podrás lograr visualizar tu destino para poder centrarte en él y no perderte por el camino equivocado. Elige otra.
Esta vez fue el Arcano de la "Rueda de la Fortuna" representado por La Esfinge.
_ "La Esfinge" es la carta del destino. Si eliges el camino correcto lograrás éxito en tus empresas. Decide con cordura. Y ahora, una última carta.
_ ¡Ah!,"Los Enamorados" _ exclamó Talibah _ Alguien del pasado surgirá de las sombras, alguien a quien amaste y lloraste...Llegará muy pronto...







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